Shun Umezawa logra con El incidente Darwin la cuadratura del círculo: dar con la tecla del éxito comercial sin abandonar su decidida puesta por el manga político

Una de las versiones más extendidas sobre la icónica etiqueta de Anís del mono es que el susodicho primate allí retratado no es otro que Charles Darwin y que el objetivo de los dueños de la destilería era mofarse de la teoría de la evolución. Siglo y medio después, todavía persisten – con más predicamento y altavoces si cabe- quienes niegan las ideas del naturalista, por mucho que la ciencia las avale. También hay quienes, bien desde la religión, bien desvirtuando a Darwin, opinan que el ser humano ocupa un lugar privilegiado en el orden natural desde el que tiene el derecho a dominar al resto de seres vivos. Aquí llega el “manga del mono” para cuestionarlo y plantear dudas.

El incidente Darwin está protagonizado por otro Charlie, en este caso el primer híbrido entre humano y chimpancé, el “humancé”. Nacido en Estados Unidos de un experimento de laboratorio, es adoptado y criado por un investigador y su mujer, que lo educan en el veganismo y el respeto a la Naturaleza; decididos también a que se integre en la sociedad, lo matriculan en el instituto. Allí su diferencia es sinónimo de rechazo y burlas, salvo en el caso de Lucy, una compañera de clase con la que hará amistad. Las cuitas académicas van a ser el menor de sus problemas: el grupo terrorista Alianza de Liberación Animal se ha fijado en él como símbolo y futuro líder de un movimiento radical por los derechos de los animales. Pero Charlie tiene sus propias ideas, y van acompañadas de una fuerza y habilidades fuera de lo común.

Una mirada diferente

Con esta premisa tan interesante como palanca, Umezawa abre no uno, sino varios melones para la reflexión: en primer plano está el especismo, pero de fondo encontramos asuntos de plena vigencia en EE.UU. (y por tanto con eco mundial) como el radicalismo, el racismo, la intolerancia, la posesión de armas, el papel de los medios… Mucha tela que cortar. El autor dota a la trama de intriga y acción, pero se le nota a la legua que su interés último no es entretener sino mantener la atención de los lectores mientras desgrana a través de los diálogos todos sus intereses y preocupaciones. En este contexto, Charlie le sirve no solo como detonante, sino también como un observador con un punto de vista diferente y distante, pues su propia naturaleza le dota de una mirada única.

Shun Umezawa (Chiba, 1978) se mantiene fiel a su forma de entender el manga como un instrumento para la crítica social y, también, la política (de una forma abierta y evidente, queremos decir). Lo hizo en El lugar donde se encuentran los piratas, del que recientemente hablamos aquí, y también en sus anteriores trabajos (Bajo un cielo como unos pantis, Utopías). Lejos de alejarle del gran público, su perseverancia ha tenido recompensa y con El incidente Darwin se ganó el favor de los libreros japoneses, que le otorgaron el premio Manga Taishô de 2022, alzándose por delante de nombres y obras como Yokinobu Tatsu (DanDaDan), Keigo Shinzô (Hirayasumi) o Tatsuki Fujimoto (Look Back).

El incidente Darwin, de Shun Umezawa
Distrito Manga. Rústica, b/n, 192 págs., 8,95 euros.
Traducción de Jesús Espí

Artículo publicado originalmente en la revista Z